El diálogo con Dios es un tema que se ha vuelto recurrente en la literatura universal. En un comienzo se comenzó como una corriente literaria llamada Mística que en su mismo nombre señala una convivencia entre lo sagrado y lo mundano. Grandes representantes de su auge han pasado a la historia como excelentes e innovadores escritores como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús en España y la llamada Décima Musa Sor Juana Inés de la Cruz en Hispanoamérica. Sus poemas místicos llevan al lector a un punto máximo de éxtasis religioso que sólo las personas que han logrado entablar una profunda comunión con Dios pueden comprender en un 100%. Sin embargo el tema religioso se ha ido transformando. Con el paso de los años y después de varios sucesos históricos y sociales el tema religioso es abordado ahora desde el punto de vista del reclamo. Lo que antes era una alabanza ciega a la omnipotencia de Dios, ahora se trata con odio y resentimiento. El llamado Amante de San Juan de la Cruz es ahora un despiadado dictador que al parecer no escucha las plegarias de sus ciervos, y ahora la desesperación de Santa Teresa por no morir cuando quiere morir para estar más cerca del Creador se ha transformado en un resentimiento del YO POÉTICO que se ve forzado a vivir rodeado de la muerte. Primero Dámaso Alonso con su poema Insomnio, que ya habíamos tratado en clase:
INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como
un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre
caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por
qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
Alonso sugiere una condena de Dios, un egoísmo divino que no se preocupa por su Creación un Dios más parecido al del Antiguo Testamento que se aleja del Dios misericordioso que se acerca a tener conversaciones con sus discípulos.
Otro poema que es un favorito personal es el famoso Padre Nuestro Latinoamericano de Benedetti que se basa en la oración al Padre, un tanto parecido a San Juan que se basa en un poema de la Biblia para su canto pero que a diferencia de San Juan Mario Benedetti exige que Dios escuche los reclamos verdaderos del pueblo y no las súplicas religiosas que originalmente plantea la oración:
UN PADRENUESTRO LATINOAMERICANO
Padre nuestro que estás en los cielos
con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
como se llega al sur de Río Grande
Padre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos dondequiera que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver la uñas
sucias de la miseria
en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo
cuando hablaste del rico
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía
a pensar hágase tu voluntad
sin embargo una vez cada
tanto tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer
así en tu omnipresencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora
pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se haga o deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a su pájara
en los cancilleres que murmuran yes sir
en cada mano que se convierte en puño
claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día
ayer nos lo quitaste
dánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos
a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan
la última escupida que cuelga de su rostro
poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez
por error
perdonamos a nuestros deudores
todavía
nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta
no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y el amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.
Muy diferente a la poesía mística, pero no tan lejano de su esencia: el diálogo con Dios.